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¿CÓMO SUCEDIÓ LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA?

¿CÓMO SUCEDIÓ LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA?

¿CÓMO SUCEDIÓ LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA?

La aventura se habría iniciado con las tablillas de arcilla sumerias hace alrededor de 5.000 años. La escritura cuneiforme, considerada el primer sistema que permitió registrar palabras y pensamientos, fue inventada en el Sumer -hoy el sur de Irak- y se caracteriza por los signos triangulares de este primer alfabeto. ¿Cómo sucedió la invención de la escritura?

El arqueólogo  Samuel Kramer fue quien descifró el lenguaje sumerio y en su libro La historia empieza en Sumer (1956) demuestra que cientos de hallazgos en muchos campos cruciales para la civilización occidental se los debemos a los sumerios. El relato del diluvio universal que fue recogido en La Biblia 2.000 años después es una copia de los textos escritos por un poeta sumerio y es uno de los anexos de su libro. Fue un gran despertar de la civilización anterior a lo que sucedió en Grecia.

La escritura a mano

Para los que amamos la escritura, los trazos del alfabeto chino pueden producirnos un deslumbramiento indescriptible. Nos desesperan, en cambio, nuestros torpes garabatos tipo escritura de médico que receta de urgencia y los de nuestros hijos en edad escolar.
Ocurre que la armoniosa escritura que no hace tanto era patrimonio casi de cualquiera que hubiera completado la secundaria se ha ido perdiendo a medida que avanza el uso de computadoras, celulares y la escritura a mano, uno de los avances cardinales de la humanidad, está siendo relegada al pasado. Recordar esta epopeya puede hacernos reaccionar.

En The history and uncertain future of handwriting, (Bloomsbury, 2016), algo así como “La historia y el incierto futuro de la escritura a mano”, Anne Trubek recorre los grandes hitos de esta aventura.

Piedra miliar de la civilización

A lo largo de los siglos, los arqueólogos fueron encontrando miles de tablillas con la escritura cuneiforme. Se pensaba que la habían utilizado más que para dejar pistas de su paso por la tierra con fines más prosaicos, como afirma Georges Jean en La escritura, memoria de la humanidad (Ediciones B, 1998), aduciendo que las que se descubrieron en el templo sumerio de la ciudad de Uruk, en la ribera del Éufrates, contenían listas de sacos de cereales y cabezas de ganado. También destaca que los sumerios no sólo inventaron el dinero, sino también el préstamo con interés.

La historia empieza en Sumer

El aporte más completo –y validado científicamente- sobre los sumerios lo da el arqueólogo  Samuel Noah Kramer en su libro La historia empieza en Sumer (From the tablets of sumer. The falcon´s wing press. 1956). Después de dedicar muchos años de su vida a realizar excavaciones en Irak, demuestra que cientos de hallazgos en campos cruciales para la civilización occidental se los debemos a los sumerios.
Como los sumerios, los egipcios usaban sus escuelas sólo para enseñar a escribir. Los jeroglíficos egipcios -“probablemente el más difícil y elaborado sistema de escritura que se haya inventado”- cautivan por su belleza y se utilizaron durante 3.500 años.

El aporte de los fenicios y griegos a la invención de la escritura

Los jeroglíficos desaparecieron, pero los fenicios, y más tarde los griegos, que creían en la educación para todos, inventaron el alfabeto. Sócrates creía que la escritura podía atrofiar el ejercicio del pensamiento y aunque los griegos en general apreciaban más el lenguaje hablado que la escritura, desarrollaron el primer análisis serio de todos los componentes del lenguaje al considerarlo el más eficiente para representar sonidos hablados. Aristóteles, discípulo de Sócrates, decía que las letras habían sido creadas “para poder hablar incluso con los ausentes”.
Si los griegos nos legaron el alfabeto con vocales, los romanos nos dieron las leyes y los libros. Con una destreza que asombra, los copistas de Occidente que antecedieron a la imprenta, pasaban sentados por lo menos seis horas diarias durante alrededor de tres meses para reproducir un único volumen y tenían prohibido usar velas para calentarse por miedo a que el fuego quemara los libros.
En Copistas y Filólogos (Gredos, 1986), Leighton Reynolds explica que los escribas medievales no usaban espacios entre palabras, signos de puntuación o párrafos; elementos que mejoran la experiencia de la lectura, pero que no son necesarios en la oralidad, por lo que sólo se añadieron una vez que la mayoría de la gente se habituó a leer.

Daños colaterales pigmeos

“La afirmación de Sócrates nos recuerda que con la invención de la escritura viene unas pérdidas: perdemos el cuerpo, los gestos, la capacidad de recordar y pequeñas frases insertadas en el lenguaje que nos individualizan”, reflexiona Trubek. Y agrega que “la letra escrita tiene riquezas que hacen que su desaparición nos llene de ansiedad. Tanta como la que deben haber sentido en el siglo XVI los monjes que denunciaban los «horrores» del libro impreso”.
Quienes tenemos el privilegio de disfrutar de ella nos esforzamos por recuperar el tesoro de esa escritura a mano, ligera y personal, que tan íntimamente nos expresa y que muy probablemente los avances digitales de las próximas décadas cubrirán con el piadoso polvo del olvido.

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Por: Vicencio González.

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