Arte para cambiar la sociedad y a nosotros mismos
Arte para cambiar la sociedad y a nosotros mismos
Leer los grandes libros de nuestra civilización, visitar museos y acudir a eventos artísticos nos proporciona conocimiento y sabiduría emocional; contribuye a que tengamos una visión más rica y significativa de nuestras vidas y ayuda a comprender las cosas más profundas que suceden a las personas que nos rodean. Es una ayuda valiosa para contribuir a cambiar la sociedad y a nosotros mismos.
Aristóteles se refirió al valor catalizador de las humanidades cuando habló de la función de catarsis que provocaban las obras trágicas. De modo análogo, las experiencias con las grandes obras de arte nos ayudan a ahondar en experiencias que no son fáciles de describir. Haber visitado la basílica de San Pedro o leer El doctor Zhivago no nos proporciona información, sino que nos eleva, enriquece y transforma. Opera un cambio en nosotros mismos.
Pueden ser la clave para mejorar nuestros estados de ánimo; lograr que las relaciones sociales sean más provechosas y moderar tanto la visión estrecha de los asuntos como la falta en ella de valores éticos y espirituales. Cultivándonos, catalizamos el permanente florecimiento de nuestra vida y adquirimos formas más amplias de ver la realidad, nos alejamos de las tentaciones del extremismo que llevan a enfrentamientos sociales. Nos cambia interiormente en algo que es muy difícil de lograr por otros medios.
¿Por qué es tan fundamental el arte?
Las vivencias culturales son tan determinantes porque la creación artística es un acto humano connatural. Cuando pintan un cuadro, componen un poema o escriben un relato, los artistas elaboran una representación compleja y coherente del mundo. Y es eso, salvando las diferencias, lo que hacemos todos cada vez que miramos de forma reflexiva a nuestro alrededor. Todos somos, de alguna manera, artistas.
Todos tenemos de alguna manera experiencia personal de ello. Basta recordar nuestra juventud cuando nos interrogábamos sobre la verdad, el bien, la belleza, el sentido de la existencia… gracias a novelas, películas o canciones y mejoraban nuestros gustos o se enderezaba la conducta.
El florecimiento humano
Al mismo tiempo, el enriquecimiento cultural nos hace mejores. Eso no significa combinar el arte con moralina sino que la mejor obra de arte es aquella que contribuye a sensibilizarnos éticamente, aunque no se lo proponga. El concepto de florecimiento humano tiene una connotación ética mucho más evidente que el de bienestar o el de felicidad. La felicidad, sentirse satisfecho con lo que uno siente y hace, con la propia vida en general, no es irrelevante, pero supone solo una parte del florecimiento. Este incluye, además, otros factores, como estar sano, contar con buenas relaciones, tener buen carácter y un sentido en la vida, o ser una persona recta, que hace lo que cree que debe hacer. Incluir la virtud en nuestro horizonte de florecimiento nos empuja a contribuir con nuestra vida a la de los demás.
¿Cómo acercarnos a las obras de arte?
Para que el arte puede desarrollar todo su potencial sanador, la forma en que nos acerquemos a él resulta crucial. En lugar de adoptar el punto de vista consumista –preguntarnos si nos gusta o no una determinada obra, como si estuviéramos de compras–, hemos de aproximarnos a ella con apertura y humildad, interrogándonos por las lecciones que encierra o por lo que pretendía el autor expresar con ella.
Obtendremos mayor provecho en este sentido si conversamos con otras personas sobre los pensamientos y experiencias que nos han suscitado esas obras. Los círculos de lectura y discusión de libros y de apreciación artística son un medio poderoso para ponerlo en práctica. La Escuela de Escritores viene ofreciendo de forma gratuita un círculo de lectura y discusión de libros online desde hace años.
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