¿Debo obedecer siempre a la autoridad?
Uno de los dilemas que debemos resolver muchas veces en nuestra vida es optar por la libertad o la seguridad que promete la obediencia a la autoridad. Algunos consideran que la autoridad debe tener un poder casi absoluto que puede utilizar como le parezca y puede usar ese poder bien o mal; eso no importa, porque incluso la peor de las tiranías es mejor que el estado de caos si muchos deciden no obedecer siempre a la autoridad.
Imagina que tu jefe te llama a su despacho y te ordena que engañes a uno de tus clientes para colocarle un producto que ambos saben que es una estafa. ¿Estás obligado a obedecer?
Obedecer a la autoridad o a la conciencia
Tomás de Aquino (1225-1274) es un filósofo que puede ayudarte en este dilema. Sus padres habían decidido su futuro por él: cuando terminase los estudios debería suceder a su tío al frente de la abadía de Montecasino. Decidió no respetar su voluntad, sino ingresar en un convento como un fraile más. Lo encerraron durante un año para obligarlo a que cambiara su decisión. Tomás no cedió y nos enseñó que usualmente «Lo que no me mata me hace más fuerte». Los padres finalmente accedieron.
Sus enseñanzas pueden ayudarte a determinar qué deberías hacer. Te diría que observes que vives en un mundo lleno de diferentes tipos de normas y cómo, a veces, algunas se contradicen entre sí. Lo que te manda una autoridad puede ser lo que otra te prohíbe. En tu caso, por un lado, existe el mandato del jefe; pero, por otro, en tu interior resuena otra norma que te impele a no hacer cosas que tu razón entiende que son injustas. ¿Optar por la libertad u obedecer a la autoridad? Tomás piensa que las leyes que son contrarias a lo que tu razón considera como justo no te obligan en conciencia y que es lícito desobedecerlas.
Tu deber moral es declararte en objeción de conciencia y rebelarte contra la decisión de la autoridad, aunque las consecuencias de este acto puedan ser nefastas para ti. No hay castigo que pueda atemorizar en demasía a alguien que actúa en conciencia. Esa noche te irás a la cama con la cabeza alta y la conciencia tranquila. Pero no debes confundir actuar en conciencia con hacerlo movido por lo que te conviene o lo que te gusta. Si un amigo te presta dinero, no puedes decirle que no se lo devolverás porque pagar deudas va en contra de tu conciencia.
La desobediencia civil de Mahatma Gandhi
Hay otro filósofo estadounidense que se pondría de tu parte: Henry Thoreau (1817-1862), sus revolucionarias ideas -una de ellas es la desobediencia civil: el Estado no puede encarcelar nuestro pensamiento, solo castigar nuestro cuerpo- inspiraron a personajes que lideraron grandes revoluciones como Mahatma Gandhi o Martin Luther King.
No era partidario de la obediencia ciega a la autoridad y por eso afirmó que «el mejor gobierno es el que gobierna menos». Thoreau defendió a los pueblos indígenas frente el exterminio y su reclusión en reservas, y luchó apasionadamente contra la esclavitud. No temió hacer saber a los demás lo que pensaba y enfrentar a quienes se creyesen con autoridad para decirle qué tenía que decir o cómo había de vivir.
Te dirá que si una ley es injusta, tienes la obligación moral de rebelarte pacíficamente. Ser hombre primero y ciudadano después. Mas importante que cultivar el respeto por la ley es hacerlo por la justicia. La verdadera obligación que tenemos que asumir en nuestra vida es hacer en cada momento lo que consideremos justo. Si alguien te obliga a realizar algo que va en contra de lo que te dicta tu conciencia, aunque sean tus padres o un policía, ¡no los obedezcas! Tu vida entonces se convierte en un freno que detiene la máquina de la injusticia. Asegúrate de que con tu obediencia no estés colaborando en hacer el daño que tú mismo condenas.
Miedo al caos en la sociedad
En cambio, el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) te aconsejaría que te dejases de rebeliones e hicieses caso a ese instinto que tantas veces te ha salvado de situaciones peligrosas: el miedo. En el año 1588 los ingleses estaban aterrorizados por la inminente llegada de la Armada Invencible y pensaban que cuando las tropas españolas alcanzasen las playas, la sangre correría como cascadas y el fuego reduciría todo a cenizas. Hobbes fue quien popularizó la cita del escritor romano Plauto: «El hombre es un lobo para el hombre».
Hobbes te dirá que respetes siempre a la autoridad, aun cuando te obligue a hacer algo que consideras injusto. Si no existiese ésta, nos encontraríamos a la corta o a la larga en un estado de guerra de todos contra todos, que Hobbes denominó «estado de naturaleza». No es difícil encontrar hoy ejemplos de él: en 2017 se produjeron 87 muertes violentas en el estado brasileño de Espíritu Santo durante unos días de huelga de toda la policía.
Para evitarlo considera que la autoridad debe tener un poder casi absoluto y que puede utilizarlo como le parezca. Los gobernantes y las leyes coartan tu libertad, eso no lo niega nadie, pero a cambio te ofrecen seguridad. ¿Debo obedecer siempre a la autoridad?
Éstos son dos valores que se limitan mutuamente: a más libertad, menor seguridad y viceversa. Te toca a ti elegir.
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Vicencio González
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