¿Quieres entender mejor a los adolescentes? (I)
Netflix ha batido todos los récords con esta serie, un producto audiovisual de extraordinaria calidad fílmica y que plantea muchas cuestiones de fondo. Una de esas series que lleva a pensar, leer y hablar.
Aunque las plataformas son muy reacias a compartir datos, sí se sabe que, en sus cuatro primeros días, Adolescencia acumuló más de 24 millones de visualizaciones y se convirtió en la serie más vista en 71 países. Parte del éxito de la miniserie es su excelente lenguaje cinematográfico y su capacidad de “meter” al espectador en la historia. La serie está grabada en cuatro largos planos-secuencia y las interpretaciones son sobresalientes.
Pero además de los valores cinematográficos, la serie ha dirigido la conversación pública hacia el debate sobre la manosfera o los incel y hacia la figura de Andrew Tate, nos ha hecho interrogarnos sobre la crisis de salud mental en los adolescentes, ha ayudado a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de hablar con los hijos y de enseñarles a tener una sana relación con sus docentes.
La manosfera o ese lugar adonde van los hombres perdidos
En el segundo capítulo de la serie, al investigar en las posibles motivaciones del crimen, se habla del proceso de radicalización que experimentan algunos jóvenes en las redes sociales y que se encuentran en esa especie de guarida virtual donde campa a sus anchas abundante material misógino accesible a los más jóvenes. También se explica el fenómeno de los incel -célibes involuntarios- hombres que, frustrados por no establecer relaciones románticas o sexuales, culpan a las mujeres y desarrollan actitudes misóginas. Forma parte de la subcultura más mediática de esa manosfera.
Los adolescentes pueden entrar en internet a mundos totalmente diferentes. En buena medida, por los distintos algoritmos diseñados para explotar las inseguridades adolescentes y los deseos de responder a las preguntas que acompañan a esta edad tan voluble. Las muchachas ingresan al mundo de las tradwives, la hipersexualización, las mujeres empoderadas e hiperdependientes o las “I’m just a girl”, que reivindican lo más frívolo y superficial de la feminidad. Los muchachos son iniciados en el estoicismo, en la comunidad de los gym Bros.
Es cierto que los varones se están refugiando cada vez más en internet. La serie señala a la familia, el bullying y la indiferencia en el colegio como los responsables. Y no es desacertado. Pero también tiene mucho que ver el desprecio con el que se habla de lo masculino; un discurso que, de manera sutil, la serie no solo no condena sino que refuerza.
¿Qué les estamos haciendo en el mundo real para que deseen esconderse en el online? Lo explica el psicólogo Jonathan Haidt, autor de La generación ansiosa: “Al mismo tiempo que los videojuegos se adaptaban mejor a la mayor propensión de los niños a la competición, el mundo real, y especialmente el colegio, se volvía más frustrante para muchos: recreos más cortos, prohibición de juegos bruscos y cada vez más énfasis en sentarse quietos y escuchar”.
Encontrarás más detalles de todo esto en la segunda parte de este artículo.
El documental de Andrew Tate
En un momento de la serie se cita a Andrew Tate como uno de los influencers más conocidos de la manosfera. Filmin estrenó hace unos meses el documental Yo soy Andrew Tate, un reportaje que sirve para conocer su vida. Es un ex campeón de kickboxing, multimillonario y dueño de una universidad online –Hustlers University– donde se imparten cursos para hacerse rico en poco tiempo. Pero la faceta más conocida de Tate son sus discursos directos y extremos en redes sociales donde repite su mantra de que los hombres tienen que dominar a las mujeres. Actualmente Tate está detenido en Rumanía, donde se le investiga por delitos económicos, trata de personas y agresión sexual.
La salud mental de los jóvenes
Es un tema que preocupa a la sociedad y que se refleja también en la serie. Algunos estudios muestran que los cuadros de ansiedad, depresión o conductas suicidas han aumentado su prevalencia en los últimos años. Datos de los hospitales apuntan a una realidad inequívoca: cada vez tienen que atender a más jóvenes que, sin padecer un trastorno psiquiátrico, se han autolesionado.
La hipersexualización de la vida de los jóvenes la pueden alimentar las redes sociales cuando se hace un uso inadecuado. “Las niñas sobre todo aparecen situadas en una falsa madurez que no entienden, rodeadas de mensajes de contenido sexy que puede desembocar en una falta de seguridad, en la construcción de jóvenes frágiles que se sentirán obligadas a librar una batalla con su cuerpo en busca de un ideal inalcanzable. La sexualización supone también la imposición de una sexualidad adulta a las niñas y los niños, que no están ni emocional, ni psicológica, ni físicamente preparados para ello”.
Este acceso precoz a la pornografía coincide con otro fenómeno que cada vez está más documentado, el adelanto de la pubertad, especialmente en las muchachas. Cuando este adelanto no está acompañando de un incremento en el nivel de madurez psicológica, genera disonancias que la persona no es capaz de comprender. Si a la incomprensión que ya se siente en el periodo puberal le sumamos esta otra, tenemos a adolescentes molestos con todo y cansados de esas constantes contradicciones, lo que se traduce en comportamientos ansiosos y depresivos cada vez más alarmantes.
Muchos jóvenes opinan que su generación no es más frágil que las precedentes, sino que se enfrenta a unas dificultades diferentes y tiene más recursos para expresar lo que les ocurre. Hablan del problema de las expectativas, de la promesa del desarrollo profesional como único camino de realización personal posible, de la precariedad material de su generación y de la inmersión en la cultura de la imagen.
Los profesionales de la salud mental están insistiendo en la importancia de la familia y la escuela como “refugios”. Un estudio de los CDC en EEUU documentó una menor tasa de depresión y ansiedad en los estudiantes que mantuvieron un contacto más cercano con su centro escolar.
La influencia de las redes en los adolescentes
Uno de los temas que explora la serie es el peso que pueden tener en su desarrollo psíquico. La comparación con las vidas “perfectas” (y falsas) de otras personas provoca un sentimiento de frustración y falta de autoestima. También es un hecho reconocido que las redes pueden tener un gran efecto en la formación de su personalidad, pues canalizan la forma en que muchos acceden al “mundo exterior”, construyen sus relaciones, expresan sus opiniones o forman su autoestima. Preocupa lo fácil y sutilmente que se topan con estos contenidos y cómo van interiorizando su discurso, convirtiéndolo en algo emocional que luego no se puede rebatir ni con argumentos ni con datos.
Los jóvenes dicen que el uso de redes sociales ha empeorado su autoestima (por su imagen corporal), ha incrementado su ansiedad, ha favorecido el ciberacoso y les ha hecho perder sueño. Un fenómeno propiciado por estas plataformas es lo que se conoce como FOMO (Fear of Missing out), algo así como “miedo a no estar al tanto”, a perderse una conversación que todos los demás están manteniendo.
El síndrome del postureo
La ansiedad que producen las redes sociales en los jóvenes tiene varias manifestaciones, que en parte depende de las características concretas de cada plataforma. Por ejemplo, Instagram –la que peor nota global obtiene– sea especialmente dañina en cuanto a la autoestima ligada a la imagen física, y que afecte más a muchachas adolescentes y veinteañeras.
Un fenómeno común mencionado por los entrevistados es la frustración que produce la comparación con las “vidas ideales” que otros jóvenes muestran en sus perfiles, y que provoca una espiral de “postureo” falso en los demás. La preocupación por quedar bien se puede volver asfixiante cuando cientos o miles de personas están observando.
En 2020 el Pew Research Center señaló que el 65% de sus encuestados varones no sabían cómo “interactuar en una primera cita, después del movimiento del #Metoo”… y que el “enfoque tan alto en el tema del acoso y abuso sexual ha hecho que sea más difícil para un hombre interactuar con quien sale”. Y cuando uno se siente acorralado hasta en su propia relación, lo único que le queda es buscar refugio.
Así nació la “manosfera”. Ahí quienes se sienten rechazados y abandonados por el sistema actual se acompañan virtualmente. Se escuchan y retroalimentan en foros, blogs o espacios en redes sociales. Se cuentan sus historias, se piden consejos, se quejan. Ahí encuentran, desesperados, la compañía que les “ha arrebatado” el nuevo orden social.
La complejidad sentimental de los adolescentes
Uno de los temas recurrentes de la serie es la dificultad de entender qué es lo que tienen los adolescentes en la cabeza. El libro El dolor adolescente del psicólogo español José Antonio Luengo es un análisis de la complejidad de su salud mental y la capacidad del autor de entrar de lleno en la cabeza y el corazón de los adolescentes. Frente a una narrativa dominante que presenta a un adolescente superficial e irreflexivo, El libro revela la profundidad y sensibilidad que esconden muchas veces las apatías e indiferencias propias de la edad. Luengo consigue traducir lo que a los adultos muchas veces nos resulta incomprensible del comportamiento de los adolescentes, explicando por qué en ocasiones su forma de procesar la realidad los conduce al dolor y al sufrimiento.
Hablar con los adolescentes
Una de las conclusiones de Adolescencia es la importancia que tiene que los padres –y también los educadores– dediquen tiempo a conversar con los adolescentes sobre cine, libros o sexo para conocerlos y poder ayudarlos en esa etapa tan compleja de la vida. Un joven confesó que en cuanto empezó a hablar con su familia sobre el tema, les explicó las teorías que estaba leyendo, la terminología que utilizaban, y la forma en que había aprendido a pensar pudo dejar de lado, no solo la manosfera, sino el laberinto del malestar masculino.
Adolescencia tiene el valor de conectar con los sentimientos universales de soledad y aislamiento de los adolescentes, y de permanente duda y arrepentimiento de los padres por no haber hecho más en la educación de los hijos.
Porque si de verdad queremos entender el fenómeno de la violencia entre menores, es bueno conocer que ser criado en el seno de una familia unida es uno de los predictores más fiables de éxito para la vida de un niño. Los padres de Jamie en la serie se adoran y llevan juntos desde la adolescencia. Por supuesto que hasta los peores males pueden ocurrir en las mejores familias, pero quizá no se podría decir que ese es el paradigma de un fenómeno.
Los niños criados por padres casados obtienen mejores resultados que los criados por padres solteros, entre otras cosas porque sus progenitores suelen disponer de más tiempo, dinero y capacidad emocional para invertir en ellos. Crecer en un hogar sin padre afecta negativamente, en particular, a los niños varones, según los datos del Institute for Family Studies. Jamie es un niño que admira y quiere a su padre. Un padre imperfecto y que pasa poco tiempo en casa, pero que daría la vida por su hijo.